
El jesuita está convencido de sus limitaciones. Pero reconoce con admiración y gratitud que es invitado desde su pobreza a ofrecer y entregar su vida al servicio incondicional de los demás. Especialmente de aquellos que necesitan presencia y cercanía. Es llamado y enviado a AYUDAR justamente allí donde sólo la mirada y el corazón de Dios pueden ver, llegar y actuar.
"El Jesuita tiene una MISIÓN en la vida..."
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