Señor Jesús, al mirar esta tierra tuya
tan falta de obreros para recoger la cosecha,
te suplicamos humildemente
que suscites entre los jóvenes de América Latina:
Apóstoles para nuestra Iglesia,
Servidores alegres para nuestro Pueblo,
Testigos generosos de tu Evangelio.
Envía, Señor, a
hombres acogedores y cercanos con los que sufren,
acompañantes lúcidos de los que buscan y caminan,
amigos de los que se sienten solos y desolados,
proclamadores proféticos – con su palabra y con su vida -
de la dignidad humana y del valor de la vida;
que irradien la fuerza de tu Espíritu,
que encaminen a todas las criaturas al encuentro con el Padre,
y que en una profunda identificación contigo,
y llenos de celo por tu mayor Gloria,
trabajen por la extensión de tu reinado desde la fe y la justicia.
Te lo pedimos por la intercesión de María, nuestra Madre,
y de todos nuestros hermanos jesuitas que gozan de tu presencia.
Amén.
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